"Un dolor le atravesó la frente como un impacto de obús que hubiese venido a estallar entre sus ojos, y bajo el golpe de aquel relámpago, se imaginó en una fracción de segundo que ya no volvería a ver en su vida. Con las piernas cortadas se dejó caer en la penumbra sobre la maleta de madera que servía para todo y que había servido aquella noche como depósito de la ropa de la chica. (...) El fulgor, enfocado como un bosque incandescente entre sus cejas, la obligaba a apretar los ojos. Cuadro violento, cuadro ordinario, herida y banalidad. Camille bajó la mirada.
No llores, Camille.
Miró fijamente un punto en el suelo, abandonando los cuerpos acostados sobre la cama.
Huye, Camille. Huye rápido, vete lejos y por mucho tiempo.
Cito, longe, tarde.
Camille trató de moverse pero se dio cuenta de que sus muslos no eran capaces de sostenerla. Bajó aún más sus ojos y se concentró ardientemente en la punta de sus pies.
(...)
Tus botas, Camille, mira tus botas.
Las miro.
(...)
Mira tus botas, puesto que las tienes. Míralas bien. Y corre, Camille.
Pero era demasiado pronto. Sus piernas reposaban como banderas desplomadas sobre la madera de la maleta. No levantes la cabeza, no mires.
(...)
Huye, Camille.
Hago lo que puedo. Camille cogió su cazadora, su mochila, divisó al gatito perdido sobre el sofá y lo recogió. Escuchaba cómo la chica hablaba y preguntaba. Huir, rápidamente. Camille se escurrió por la escalera y corrió mucho tiempo por la calle. Se detuvo jadeando ante una plaza desierta, pasó por encima de la verja y se instaló en un banco, con las rodillas dobladas, apretando sus botas entre sus manos. El chisme hundido en su frente relajaba la presión.
Un joven con cabellos teñidos se sentó junto a ella.
-Algo no funciona -afirmó suavemente.
Le dio un beso en la sien y se alejó en silencio."
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